En la semana del 15 al 20 de abril tuvimos el placer de recibir a nuestros «correspondants» del norte de Francia, de Arras, a los que visitamos el curso pasado.  Aquí os dejamos unas reflexiones de Alejandro Baturone, profesor francés que organizó y acompañó a sus alumnos en esta actividad:

«Mayo ha instalado en este lejano norte francés el calor de un verano prematuro e inesperado y un cielo descaradamente azul, y es quizás por ello que, en nuestro ánimo de viajeros nostálgicos, Valencia está aun muy presente en nuestro día a día. Los profesores hemos vuelto a las lecciones ordinarias, encerradas entre las cuatro paredes de un aula, lejos de los espacios abiertos y llenos de posibilidades que la ciudad de Valencia nos ha brindado durante una semana cargada de aprendizajes, descubrimientos, sorpresas, palabras, ilusiones y, sobre todo, emociones. Y con nosotros, los alumnos han retomado las clases, veinte chicas y chicos que tienen algo en común, algo que les diferencia de todos aquellos que no han participado a este intercambio, algo que les hace especiales a los ojos de los demás, una especificidad casi anecdótica para muchos, pero que guardarán en su memoria y en sus corazones para siempre, porque ellos han formado parte de una “aventura” personal, pero sobre todo lingüística y cultural.

Decía el escritor y gran teórico de la traducción, George Steiner, que aprender nuevas lenguas es entrar en otros tantos nuevos mundos; nosotros, profesores de lengua extranjera, nos presentamos cada año frente a nuestros alumnos con la clara intención, no solo de intentar desarrollar la capacidad de comunicación de un alumno en una lengua extranjera al nivel más útil posible, sino también -y sobre todo- a abrir puertas, ventanas, cruzar las fronteras imaginarias, esas nos impiden entrar en los nuevos mundos de los que habla Steiner. Una lengua es un sentimiento nuevo, una forma de vida diferente y diversa, son olores y colores, es un ritmo, una música, una lengua son siglos de historia y el descubrimiento inesperado de que son más las cosas que nos unen que las que nos separan.

Hace algo más de un año, un grupo entusiasta y alegre de chavales españoles desembarcó en Arras tras un largo viaje atravesando media España y toda Francia. En nuestro lejano (de todo) norte no olvidaremos fácilmente la “valentía” que Mar Lorente demostró al embarcarse en esta travesía, que iba mantenernos unidos por un lazo invisible pero sólido durante doce meses en los que, algunos de nuestros alumnos, han querido y sabido guardar un contacto que la inmediatez de las redes sociales ha facilitado y mantenido. Como suelen decir por aquí, la mayonesa no cuaja siempre, pero hoy creo que, tanto en Valencia como en Arras, se han creado amistades que hace un año muchos de ellos no podían siquiera imaginar. ¿Cómo comunicar con alguien que no habla mi lengua? ¿Cómo ser amigo de alguien que no conoce mi cultura, mi modo de vida? Y entonces, como cada vez, el milagro se produce y esos chicos y chicas, que se descubren protegidos por una sonrisa, mezcla de nerviosismo y vergüenza, se abrazan y se lloran el día de la partida, y es en ese momento en el que uno se da por satisfecho y considera que la experiencia ha sido un éxito. Cada uno habrá vivido el intercambio de una manera diferente. Unos mantendrán contacto, otros no, pero todos han abierto una puerta a un nuevo mundo que les ha enriquecido cultural y emocionalmente. Y si esto ha sido posible es gracias a la generosidad y la enorme dedicación de Mar, de Pilar, de Pablo, de Josep… de todo el personal, siempre atento y disponible, del IES Serpis y como no, de todas las familias que nos han abierto sus casas y sus brazos para acogernos y hacernos sentir, desde el primer instante, que estábamos en casa. Gracias a todos por brindarnos la ocasión de conoceros y conocernos. A todos os enviamos un sincero “hasta pronto”